§Americhe. Riemergenze, pluriversi e resistenze
Los feminismos de(s)coloniales como política disruptiva de la modernidad-colonialidad: aportes situados a la producción de conocimiento y al cambio social
de Diana Gómez Correal

Los feminismos de(s)coloniales se han convertido en un potente marco de referencia para comprender las particularidades de las mujeres y de otros sujetos feminizados y excluidos en Abya Yala, y para avanzar en los procesos de transformación social. Los feminismos de(s)coloniales (FD) se caracterizan por ser una producción situada en Nuestra América que centra su análisis, entre otros procesos, en la experiencia colonial y sus extensiones temporales; las formas que ha tomado la modernidad-colonialidad (M-C) en la región; las limitantes políticas y epistemológicas de vertientes del feminismo y la co-emergencia e imbricación de estructuras de dominación que han delineado los contornos y la lógica de la M-C. En el presente artículo caracterizo de manera breve este campo de pensamiento y praxis y discuto algunos de sus aportes epistemológicos y políticos. El texto presenta una mirada situada y por tanto parcial que analiza algunas de las autoras de este campo del saber.

I. Genealogías, legados y miradas múltiples

Los FD tienen tanto genealogías diversas como afiliaciones variadas que es preciso reconocer. Entre las genealogías están aquellas más generales ligadas con el pensamiento latinoamericano como la teología de la liberación, la educación popular, la teoría de la dependencia, la investigación-acción participativa, el marxismo latinoamericano y el postdesarrollo. En las genealogías más específicas tenemos, por un lado, los diversos desarrollos teóricos latinoamericanos que pusieron en el centro la mirada sobre la historia colonial y sus impactos a lo largo del siglo XX; y por el otro, los posicionamientos críticos feministas de las corrientes lésbica y autónoma; el feminismo negro y chicano de Estados Unidos y las reflexiones de mujeres negras, indígenas y de sectores populares de Abya Yala (Espinosa et al., 2014). 

Estas últimas nutridas por procesos étnicos y sus elaboraciones en torno al racismo, la esclavitud y las consecuencias del colonialismo, y que contribuyeron a la politización de mujeres pertenecientes a estas comunidades y procesos campesinos, algunas de las cuales se auto-denominaron feministas e integraron los movimientos de mujeres y feministas, y/o avanzaron en el posicionamiento de demandas feministas al interior de sus pueblos y organizaciones. 

Estas genealogías plurales han delineado la conformación de diversas tendencias de los FD. Por un lado, tenemos a los feminismos decoloniales directamente ligados al grupo M-C, y asociados con los aportes de Lugones (2007, 2010), quien crítica el entendimiento sobre el género y la raza del grupo, proponiendo la emergencia de un sistema de género moderno/colonial desde 1492 y la construcción de indígenas y esclavizadas como hembras no humanas. 

Por el otro, contamos con la Red de Feminismos Descoloniales de México y con los feminismos comunitarios de Guatemala y Bolivia. La Red se funda en el 2008 en respuesta al llamado de Sylvia Marcos de crear un espacio de reflexión y activismo político que partiera de la autocrítica al racismo y el colonialismo, inspirado en la propuesta zapatista de “otro mundo es posible” [1]. Esta Red propone emplear la noción de descolonial para reconocer la larga trayectoria de reflexión intelectual sobre lo colonial en la región y para distanciarse del carácter norcentrado de la noción decolonial, la cual además anotan es un anglicismo. Los feminismos comunitarios tienen su origen en procesos indígenas que han propuesto la categoría cuerpo-territorio para comprender la ocupación colonial y sus efectos, indicando que en algunas naciones indígenas existían patriarcados antes de la invasión que se intensificaron con la llegada de los europeos. Estos feminismos prefieren ser distinguidos del grupo M-C, al que se le critican el hecho de que algunos de sus integrantes viven y producen intelectualmente desde Norteamérica y alejados de los procesos de cambio social de la región, la apropiación por parte de algunos de sus integrantes de los saberes ancestrales, y la idealización/esencialización que hacen de estos mundos. 

A estas vertientes se suman otra seria de expresiones de los FD que pluralizan este campo y que diversifican los temas que abordan, las lecturas sobre la realidad que ofrecen y las propuestas sobre el cambio. Es de anotar que el surgimiento y consolidación de los FD tiene lugar en un tiempo concreto: mirada crítica a los 500 años de la invasión; la emergencia y/o consolidación de luchas en contra del neoliberalismo; y el giro a la izquierda. Estos movimientos de la sociedad latinoamericana estuvieron acompañados de desplazamientos políticos y epistemológicos de los que los FD hacen parte y que están relacionados con una “crisis de paradigmas” (López, 2014) en la década de 1990, ligada con las vicisitudes enfrentadas por los procesos de cambio orientados por el pensamiento marxista.

fotografia de Juan Jose Jaramillo

II. Contribuciones de los FD a la producción de conocimiento: desplazamientos en movimiento

Los desplazamientos políticos y epistemológicos que han tenido lugar en la región incluyen miradas renovadas a antiguas preocupaciones y propuestas del pensamiento crítico latinoamericano, así como la consolidación y despliegue de nuevas apuestas de transformación, teóricas y metodológicas. Consciente de la centralidad de la lucha epistémica para la descolonización, los FD avanzan en la producción de un conocimiento que supere la colonialidad del saber. Para esto reexaminan la producción de conocimiento, cuestionando y/o potenciando aportes previos de los feminismos y del pensamiento latinoamericano. 

Esto supone la inclusión de dimensiones soslayadas por el pensamiento dominante ya no solo patriarcal y clasista sino también colonial; así como la reconceptualización de categorías, marcos teóricos y problemáticas de estudio. Parte de la novedad que ofrecen los FD yace en la articulación imaginativa de los legados que le constituyen y en la manera renovada en que estos se emplean para poner en el centro del análisis la intersección género-raza y la imbricación de un conjunto más amplio de opresiones. Esto ha significado la atención a una serie de aspectos de la realidad que han sido invisibilizados por el conocimiento dominante, una conceptualización propia sobre el conocer y formas imaginativas de investigar. Los FD amplían la definición de lo que se entiende por conocimiento, partiendo por reconocer que su producción tiene lugar en la academia sino los movimientos sociales, la cotidianidad y el mundo de la vida.

A continuación, identifico premisas epistemológicas que considero guían al pensamiento FD y que contribuyeron al andamiaje teórico, metodológico y pedagógico de mi trabajo doctoral (Gómez, 2015). Algunas de estas premisas han sido más explícitamente desarrolladas, mientras otras están en proceso de consolidación en los FD. Es importante subrayar que estas premisas son puntos de partida que no buscan convertirse en una formula para la descolonización de la producción de conocimiento. 

a.  La larga duración y la mirada relacional: 

Gran parte del conocimiento moderno se ha sustentado en un pensamiento dicotómico, racional, clasificatorio, distante y disciplinar al que le cuesta dar cuenta de la complejidad de lo real. Los FD ponen de presente la necesidad de una mirada de larga duración y relacional para comprender desde la complejidad que les caracteriza distintos fenómenos. Mientras la mirada relacional invita a cuestionar las dicotomías clásicas del pensamiento moderno occidental dominante (femenino/masculino, emociones/razón e.t.c.), y a leer la realidad desde las relaciones más que desde las fracturas, oposiciones y jerarquías; la larga duración cuestiona el trasfondo político de lo moderno y las implicaciones de orden onto-epistemológico, social, cultural y económico que tuvo el surgimiento y afianzamiento de la M-C en Abya Yala. 

Esta mirada de larga duración pone en el centro del análisis la experiencia colonial con la intención de contribuir a una mejor comprensión del presente; ver y entender la experiencia de opresión de los sujetos feminizados así como de sus trayectorias de resistencia; criticar el modelo hegemónico de civilización occidental proponiendo al mismo tiempo alternativas desde un lente feminista; y cuestionar no solo el lado oscuro de la modernidad sino también los que se consideran sus principios más justos. 

Ambas miradas permiten identificar permanencias, cambios y rupturas en las relaciones entre los seres humanos antes de la invasión y durante la colonia. En ese sentido categorías como patriarcado y género son re-examinadas por su carácter moderno y universalista, emergen discusiones en torno a la existencia o no del patriarcado y el género antes de la llegada de los europeos a Abya Yala y se proponen categorías explicativas para una u otra lectura: sistema de género moderno/colonial (Lugones, 2008), entronque de patriarcados (Paredes, 2008), patriarcado de baja intensidad (Segato, 2011) y patriarcados diferenciales (Gómez, 2021). Estas distintas miradas al pasado colonial dejan ver otras expresiones de los arreglos de género M-C como la heterosexualidad, contribuyendo a nuevos análisis sobre categorías como mujer, hombre, humano y sexualidad. 

b. Exploración de ausencias y emergencias:

La razón eurocéntrica ha funcionado produciendo como inexistente lo que se sale de sus marcos epistemológicos y ontológicos de dominación. Esto incluye las formas de pensamiento y las prácticas políticas del Otro de Occidente: comunidades indígenas y afrodescendientes, así como de quienes son considerados inferiores al interior de la sociedad dominante (mujeres, pobres y comunidades rurales). En este contexto, una sociología de las ausencias y las emergencias, como propone Santos (2011), asume la doble tarea de, por un lado, hacer visible lo que se ha negado o hecho invisible (cosmovisiones, prácticas económicas no dominantes, espiritualidades y sexualidades diversas); y por el otro, de indagar por las alternativas basadas en las experiencias y prácticas de los sujetos subalternos que se van configurando en el hacer como propuestas concretas. En este último sentido, los FD reconocen la existencia de diversas onto-epistemologías que en su despliegue se constituyen en alternativas al mundo dominante, y con esto ofrecen propuestas para enfrentar la profunda crisis que ha provocado la civilización occidental. Volveré a esto más adelante. 

c. Conocimiento encarnado: 

La epistemología feminista ha posicionado al cuerpo como central tanto en la dominación como en los procesos de resistencia y ha reconocido su agencia. También ha planteado de manera insistente que la experiencia es un lugar central de la producción de conocimiento y del develamiento de la opresión. En términos generales, la producción de conocimiento feminista ha sido encarnada, es decir, las inconformidades por las desigualdades primero se viven y sienten en el propio cuerpo, luego se traducen a preguntas de carácter político y teórico, y finalmente se indaga por ellas no solo para describir y analizar cómo funciona y sus impactos, sino también para construir estrategias de cambio social. Para los FD la producción de conocimiento desde el cuerpo, desde la experiencia vivida, desde lo que el cuerpo experimenta y dice, se ha constituido en esencial. Como plantea Marcos (2014), un aporte de estos feminismos es la “corporización de la teoría”, pues no hay teoría de conceptos abstractos, sino “hablada, vivida, sentida, bailada, olida, tocada” (p. 23).

En los FD la producción de conocimiento encarnado incluye: la experiencia de racialización y el dolor que ha causado y se ha plasmado en el cuerpo; la imbricación de las opresiones; y las trayectorias de la violencia sociopolítica y sus efectos (Chirix, 2004; Dorotea Gómez, 2014; Gómez, 2022). En estas investigaciones se produce conocimiento desde el cuerpo y sobre él, reconociendo que los seres humanos somos seres holísticos y relacionales y que no estamos escindidos como la ontología moderna lo concibe (mente/cuerpo). Dado el carácter holístico de las personas, este conocimiento es producido explícitamente desde las emociones, las identidades y subjetividades, y en diálogo con otros, combatiendo el logocentrismo y el individualismo en la producción del saber.

d. Conocimiento para la transmutación del dolor:

Los FD buscan abordar desde la producción de conocimiento la herida producida por la M-C conscientes de que este sistema de dominación ha generado violencia y dolor que no ha sido completamente abordado y procesado (Espinosa et al., 2013). Esto es de particular importancia para países que además de ser producto de la historia colonial y de la consolidación de una ontología patriarcal, han sido construidos desde la violencia estatal, los conflictos armados y las guerras irregulares, pues en ellos la violencia se ha sedimentado profundamente. 

Esta premisa incluye la sanación del cuerpo holístico individual y colectivo, así como de la naturaleza, pues al haber sido esta concebida como objeto de explotación por Occidente, ha sido afectado de manera desproporcional por el capitalismo y neoliberalismo. Al momento de pensar en un saber que permita transmutar el dolor (Gómez, 2022) que han causado las múltiples opresiones, son de especial importancia los saberes ancestrales, de quienes han experimentado directamente la violencia sociopolítica y de la ecología política feminista de(s)colonial. Méndez (2013), por ejemplo, anota como el Grupo de Mujeres Mayas KAQLA, ha construido una metodología de trabajo que nombran como “la sanación de las opresiones”, la cual les ha permitido “soltar” sus miedos y hacer “consciente que el cuerpo internaliza la subordinación” (p. 47). 

e. Vínculo entre teoría y práctica: 

Los FD vinculan la teoría con la práctica buscando erradicar las injusticias de un pasado-presente. Esta conexión, propuesta por Marx (1978) y diversas feministas, significa uno de los retos más importantes al saber hegemónico. Esta premisa rompe con la ilusión moderna de la neutralidad en la producción de saber, la cual ha contribuido al mantenimiento del status quo. Como plantea Smith (1999), la investigación no es un ejercicio académico inocente o distante, sino que por el contrario ocurre en un escenario de poder concreto y es un lugar de lucha impregnado con ideología. La investigación, nos dice, puede permitir la regulación y materialización del código oculto del imperialismo y el colonialismo. 

Al reconocer que todo conocimiento es, produce y afecta al poder, los FD vinculan la producción de conocimiento con la política, construyendo un conocimiento que da cuenta de las problemáticas y necesidades de contextos propios, contribuyendo de esa manera a la construcción de alternativas. Parte de la producción de conocimiento de estos feminismos está fuertemente anclada a las trayectorias y experiencias de vida de las feministas y a las de sus comunidades y organizaciones de pertenencia. 

Esto permite el desarrollo de investigaciones que emerge de preocupaciones colectivas, lo que convierte a estas producciones de conocimiento en militantes y co-intencionales. Las investigaciones militantes rompen con una de las dicotomías coloniales/imperiales fundantes del saber moderno: la división sujeto/objeto. De esa forma retan una de las lógicas centrales del saber dominante: la apropiación de los saberes de los “otros” a través de su estudio. Esto último lo hacen también los FD que parten de metodologías como la investigación acción-participativa, solidaria, colaborativa y de co-labor, y que se caracterizan por no ser extractivistas, buscar contribuir a los procesos sociales y reconocer a los sujetos de estudio como productores de conocimiento. Este tipo de trabajos vincula a estos sujetos como colaboradores, integrando su conocimiento como parte de la explicación de los fenómenos bajo estudio (Hernández, 2015; Leyva, 2010), lo que contribuye a desestructurar las colonialidades del saber, el ser y el poder. 

f. Pedagogías para la liberación: 

Dada la estrecha relación entre teoría y práctica en la producción de conocimiento de los FD, estos también han reflexionado sobre la centralidad de la pedagogía para los procesos de transformación social y la producción de conocimiento (Espinosa et al., 2013). De la mano con tradiciones latinoamericanas como la educación popular, las epistemologías feministas y las formas de producir conocimiento, enseñar y aprender de comunidades étnicas y campesinas, estas pedagogías buscan contribuir a la formación de sujetos críticos capaces de comprender la realidad desde su complejidad y alejados de los lentes dominantes para desde allí transformarla. 

Adicionalmente, la producción de conocimiento FD se interroga por las formas de aprender y los medios más apropiadas de difundir el conocimiento que se produce. En este punto se diversifica la enseñanza y el aprendizaje en colectivo, y se incluyen otros recursos pedagógicos y expresiones de lo sensible como el teatro, lo visual, la literatura, el cuento, la pintura, el cómic y la danza, entre otros (Villa, 2020; Méndez, 2013). Estos mismos son empleados para la comunicación y apropiación de los resultados de investigación, agrietando las formas de divulgación más canónicas del saber ilustrado centrado en lo escrito y encriptado en los lenguajes especializados. 

III. Contribuciones de los FD al cambio social

El cruce de estas seis premisas contribuye al entendimiento de diversas realidades y con ello a una mejor comprensión de la dominación, el poder, la política y la transformación. Uno de los aportes centrales al cambio de los FD tiene que ver con una lectura más compleja de la actualidad. Esa lectura incluye una explicación histórica de larga duración y de enunciación, algunas veces de forma explícita y otras implícita, de las posibles rutas de transformación. En este sentido, los FD proponen comprender el presente como expresión de la M-C y de la imbricación de distintas estructuras de dominación. 

Los aportes al entendimiento del pasado-presente que ofrecen los FD permiten comprender las causas estructurales de diversas violencias (raciales, de género, de clase, ambientales, del modelo económico y de desarrollo), incluidas las sociopolíticas, tan características de la región. Como bien orientan desde sus análisis las feministas comunitarias (Paredes, 2008; Cabnal, 2010), el territorio (cuerpo-tierra), ambos conceptualizados como femeninos por los europeos, se convirtió en objeto de ocupación, construyendo un modus operandi de expropiación que se mantiene hasta el presente. El desencuentro colonial se constituyó en un punto de quiebre en Abya Yala que supuso la emergencia de un sistema de género M-C articulado a la raza y de manera más amplia de una patrix de dominación M-C. Esta patrix es producto de una imbricación profunda de estructuras de dominación como el patriarcado, la heteronormatividad, el capitalismo, el colonialismo, el imperialismo y el antropocentrismo (Gómez, 2021).

Esta lectura sobre la dominación y el poder, animada por las reflexiones de diversos feminismos, pero de forma especial por los feminismos negros, y desarrollada, problematizada y reformulada en el marco de los FD que incluso discuten los limites de la interseccionalidad (Curiel, 2022), permiten una entrada distinta para pensar el cambio social. Ya no se trata tan solo de derribar estructuras como el patriarcado, el colonialismo o el capitalismo por aparte, o máxime como doble articulación entre algunas de estas tres, sino de poner en marcha una lucha mucho más abarcante, que comprende la dominación desde una “perspectiva holística” que no solo reconoce el poder entre los géneros, sino también entre los seres humanos y la naturaleza (Hernández, 2014). 

Esta mirada “holística” entiende que las estructuras no funcionan de manera separada, sino que se han entremezclado profundamente y que el cambio opera en tanto se dé una transformación radical de la sociedad que desarticule en conjunto esas estructuras y las relaciones de poder que le hacen real. Esta lectura supone dos cosas: uno, remirar el sujeto del feminismo partiendo de la meta de transformación profunda de la sociedad y de la situación experimentada por el conjunto de sujetos que han sido silenciados, pospuestos y violentados más allá de la mujer como categoría universal. Dos, retar principios básicos del pensamiento moderno occidental como la idea del individuo autónomo y la centralidad de lo humano. Esto lleva a pensar más que en términos de dicotomías en dualidades, y a reconocer que no existe una contradicción entre los derechos de las mujeres y los derechos colectivos de los pueblos (Marcos, 2014). 

Dicha visión del cambio requiere lo que se ha nombrado como la política de las coaliciones, la cual debe ser además una apuesta por articulaciones horizontales con diversos actores más allá de los movimientos de mujeres y feministas. Estos, como lo plantean los FD, deben mirarse hacia el interior, de allí la importancia de las reflexiones que proponen sobre la concepción y el quehacer político de los movimientos feministas y de mujeres. Las críticas que los FD hacen al eurocentrismo de los feminismos hegemónicos, incluso de aquellos situados en el Sur Global; a su dependencia epistemológica; a la réplica que han hecho de la idea de mujer universal (Barrios, 2014) y a la forma en que esas teorizaciones y prácticas se quedan cortas para comprender la situación de las mujeres empobrecidas y racializadas en condiciones de desventaja (Espinosa, 2014; Curiel, 2014; Cumes 2014; Hernández, 2014), es crucial para pensar el qué, el cómo y el con quiénes del cambio.  Esto incluye, como propone Mora (2022), una mirada a los privilegios del mestizaje en quienes somos productoras de conocimiento y parte de los movimientos sociales para evitar que los “privilegios racializados ocupen un lugar silencioso y silenciador” (p. 197).

El escrutinio a los procesos internos incluye los étnicos y campesinos. Mujeres de estos espacios han problematizado no solo la forma en que el racismo se reproduce en los Estado-nación de los que hacen parte, sino que también examinan el ejercicio de poder de los hombres al interior de sus procesos, cuestionando la reproducción del patriarcado y la heternormatividad en prácticas cotidianas, en la política (Cumes, 2014; Cabnal, 2010; Paredes, 2008), en los nacionalismos y en la política de la identidad cultural (Hernández et al., 2008). De esta manera ponen de presente los limites que las visiones y prácticas políticas de los procesos étnicos suponen a las transformaciones que enarbolan. 

Con esta mirada hacia el interior de los procesos organizativos, los FD prestan ya no solo atención a la dominación macro, sino también a la micro, contribuyendo a repensar la micropolítica, al tiempo que la sitúan como un espacio de necesaria incidencia. Se trata de incentivar la praxis cotidiana, frecuentemente invisibilizada y considerada irrelevante para la transformación sustancial de las relaciones de poder, cuando realmente “la politización de la vida cotidiana y de las micro-dinámicas de poder” son punto de partida para “detonar fisuras profundas en las lógicas de gobernanza y del capital” (Mora, 2022, p. 157). 

De esta atención a la micropolítica hace parte el acento en las emociones, el cuerpo, la espiritualidad (Martínez-Cruz, 2022), los ancestros, muertos, desaparecidos y ausentes (Gómez, 2015), las subjetividades y las identidades. Estas últimas bastante problematizadas por los FD, pues se llama la atención sobre lo problemático que es políticamente construir identidades cerradas y afincadas en esencialismos. Estos feminismos contribuyen a diluir la unicidad del sujeto y a reconocer la pluralidad de identidades que pueden llegar a converger en una persona (López, 2014).

Los FD no han formulado una teoría homogénea sobre el cambio, pero si identifican esferas y rutas claras de la transformación y mínimos de una agenda de(s)colonial como lo son la despatriarcalización y descolonización. En relación a las esferas de cambio, los FD han planteado la necesidad de pensar la forma en que nos organizamos económica (Quiroga,  2013), política (Mendoza, 2014) y socialmente; los limites del Estado (Rivera, 2010; Gutiérrez, 2017; López, 2014); y de mecanismos del cambio como las políticas públicas (Rodríguez, 2019) y el desarrollo. 

Dado que los FD se preocupan por fenómenos muy propios del contexto de la región como la violencia sociopolítica, ofrecen luces sobre sus modalidades y razón de ser, así como sobre la paz (Jaime-Salas, 2020), la justicia transicional y las comisiones de la verdad (Gómez, 2021), sobre prácticas como la memoria (Villa, 2020), procedimientos como los peritajes (Casaús, 2020) y experiencias como la del sufrimiento social (Gómez, 2022). La investigación FD también se ocupa de las violencias experimentadas por las mujeres como el feminicidio y de las lógicas que le hacen posible como la militarización (Daniel y Cacho, 202XX), útiles para los procesos de acumulación global (Lozano, 2022). 

La valoración positiva de visiones y prácticas de diversos movimientos sociales, permiten verlas como posibilidad para construir otras formas de la política y de la sociedad. La visibilización de onto-epistemologías distantes de la ontología dualista característica de la M-C deja vislumbrar la existencia de profundas luchas ontológicas que tienen como centro la disputa por la sostenibilidad de la vida humana y no humana, y la organización de los territorios urbanos y rurales en las condiciones que quienes los habitan y han sido históricamente discriminados desean. Allí debemos situar las contribuciones de los FD a pensar el buen vivir (Valadez, 2014) en sus diversas expresiones y a las alternativas al desarrollo (Aguinaga et al., 2012). 

Los posicionamientos FD no son homogéneos en torno a la lectura del pasado o la utilidad o no de ciertas categorías de análisis. Lo propio ocurre con las rutas del cambio social, por ejemplo, en términos del lugar del Estado; y con el relacionamiento con la modernidad. En este último sentido los FD oscilan entre críticas profundas que no contemplan las posibilidades del proyecto moderno para alcanzar los objetivos de lucha, hasta posicionamientos como los de Segato (2011) que invitan a un diálogo productivo entre el mundo de la Aldea y la parte clara de la modernidad. 

En términos generales, los FD se han constituido en una potente fuerza disruptiva de la M-C. Se replantean la investigación social con aproximaciones epistemológicas, metodológicas y pedagógicas novedosas, contribuyendo a las luchas onto-epistemológicas del Sur Global. De esa manera se convierten en una posibilidad que aporta en el corto, mediano y largo plazo a hacer real la práctica de la diferencia, la existencia de los pluriversos y la construcción de otras sociedades para las mujeres en su pluralidad, la humanidad en su conjunto, la naturaleza y los múltiples otros del actual proyecto hegemónico de muerte.

Note

[1] Recuperado de Link

Referencias 

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Diana Gómez Correal es antropóloga y magister en historia de la Universidad Nacional de Colombia. Es doctora en antropología de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, Estados Unidos. Profesora asociada del CIDER de la Universidad de los Andes. Sus temas de investigación incluyen paz, justicia transicional, derechos de las víctimas, transformación social, alternativas al desarrollo, estudios de género y feministas, emociones y memoria. Es autora del libro Dinámicas del movimiento feminista bogotano: vivencias de cuarto, salón y calle, historias de vida. 1970-1991 (2011); compiladora de los textos: Comisiones de la verdad y género en el Sur Global: miradas decoloniales, retrospectivas y prospectivas de la justicia transicional. Aprendizajes para el caso colombiano (2021), Paz decolonial, paces insubordinadas. Conceptos, temporalidades y epistemologías (2020) y Tejiendo de Otro Modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala (2014); y autora de diversos artículos y capítulos de libro, entre estos: “Emociones, epistemología y acción colectiva en contextos de violencia socio-política. Reflexiones breves de una experiencia de investigación feminista” (2019).